1530

Introducción.

En 1986, a penas a un año de mi regreso a México después de haber recibido mi doctorado en la Sorbona, tuve la oportunidad de ir a Francia y encontrarme con Henri Lefebvre para hacerle una entrevista que el año anterior me había prometido.

Hablé por teléfono e inmediatamente me dijo __¡Ah, es usted Louis, el de la cabeza de poeta! Véngase mañana a la 5 de larde a tomar un café en casa. Años antes ya se había dirigido a mí con esa expresión cuando espontáneamente en el curso que impartía en la calle de Malher solté una sonrisa en razón de que el profesor Lefebvre había dicho: __En Barcelona, con mis amigos anarquistas… ante lo cual me dijo justo después __Y usted el joven de la cabeza de poeta ¿de qué se ríe? Respondí simplemente que no me extrañaba ligar Cataluña y anarquismo, que una cosa iba con la otra, ante lo cual solo dijo __Efectivamente, y continuó con su charla, que en realidad era un trabajo de ejercicio de memoria…

Al terminar la clase me llamó aparte para decirme, __lo invito a tomar un té en casa el próximo jueves a la 6 de la tarde, le respondí que por supuesto estaría ahí y recibí su tarjeta. Ese jueves me asombré al llegar a su domicilio porque no se trataba de un encuentro personal sino de una reunión en su salón intelectual.
Al llegar y asomarme por la puerta, había ahí por lo menos una veintena de personas sentadas en un cierto orden que reflejaba alguna jerarquía, profesores y amigos (supongo) hasta adelante, una mesa con Lefebvre y tres personas mayores y, de en medio del salón hacia atrás, más bien estudiantes o gente más joven. Cuando Lefebvre observa mis dudas de adonde sentarme, me dice __Véngase acá, con nosotros y me ofrece una silla en el extremo de la mesa. Algunos de los asistentes me miraron con extrañeza.

Así comenzó una amistad con el filósofo. Estuve por lo menos unas seis o siete veces en esas reuniones filosófico-políticas y Henri Lefebvre terminó siendo sinodal en mi examen de doctorado. Había en él un cierto amor por México y se interesaba por las cuestiones petroleras. Quería hacer un seminario con México y los países árabes. __Sin duda podemos encontrar financiamientos, me decía.

Hacia la primavera del 85 había terminado mi trabajo doctoral “L’Atomatisation industrielle. Un aproche théorique”. Había ya entregado mi departamento de la calle Lafayette, en el noveno arrondissement. Estaba viviendo cerca de la Gare de Lyon con unas entrañables amigas brasileñas de Rio Grande do Sul, Miriam y Carmensinha.

Aunque yo estaba al corriente de mis plazos para presentar la tesis. De repente recibí una llamada telefónica de Lefebvre, no sé hasta la fecha cómo consiguió el teléfono de mis amigas. Estaba preocupado porque no sabía si yo sabía la fecha del examen. Le dije que sí, que no se preocupara y quede ese día pasar por él un par de horas antes del mismo… para tomar el té, de ahí tomaríamos un taxi a la Sorbona. Ya en su casa tomó un libro de Hegel, arrancó las páginas que se referían al Gólem, diciendo que ahí estaba la esencia de mi trabajo. En el mismo taxi me dijo que ni me preocupara que todo iba salir bien y en efecto así fue. Luego por la noche hicimos una fiesta en un restaurant vasco francés donde comimos confit de canard (pato a la sal). La historia de mi regreso a México fue divertida pero es harina de otro costal.

Después de la entrevista objeto de este recuento, no volví a ver a Lefebvre sino hasta el 89 cuando con motivo del Bicentenario de la revolución francesa, me pidieron hacerle un reportaje-entrevista para la televisión del Estado (IMEVISIÓN).

La entrevista fue en un típico café parisino y al final nos quedamos a comer ahí mismo. Se le veía cansado y siempre intempestivo, enfático, divertido. En esa ocasión me propuso que hiciéramos un plan de trabajo con los dos temas: tenía acceso a todos los archivos de los masones de grupo de Oriente de Francia __Me gusta el tema de las sociedades secretas, particularmente los clubes masones durante la revolución. El otro sujet, eran los archivos de los notarios de París. __Imagínate, podemos hacer la historia de la formación de las grandes fortunas de Francia, ¡denunciarlos! Hay muchos crímenes y sangre en esas historias. Le salía su vena profundamente comunista. Incluso me dijo __Luis, quédate en Francia, ya estoy muy viejo y creo que solo no terminaré estos proyectos; con mi poder de profesor emérito yo te consigo una plaza de profesor. Era muy tentador, pero yo tenía que regresar a México.

La entrevista fue enviada por satélite a México, pero la señal fue robada literalmente por la televisión privada y fue transmitida en esos días por Televisa y no por el IMEVISIÓN. Nadie sabe para quién trabaja. Henri Lefebvre moriría dos años más tarde el 29 de junio de 1991.

La presente entrevista fue grabada y transcrita, corregida y publicada por la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales (número 127) y es un homenaje a mi maestro Henri Lefebvre.

Razón y Tecnología

El filósofo Henri Lefebvre andaba ya en sus ochenta. Nació con el siglo y, sin embargo, su lucidez provocaba la envidia de no pocos intelectuales de las dos o tres generaciones que le seguían.

En aquel tiempo, nos encontramos en su departamento de la calle de Rambuteau, justo donde comienza y se prolonga la famosa calle de Beaubourg, ahí donde surge el mundo ecléctico y “posmoderno” del Centro Pompidou que, junto con el centro comercial de Les Halles, sustituyó al viejísimo mercado del mismo nombre del cual sobrevivieron los puestos de la calle Montorgueil.

Afable e intempestivo Henri Lefebvre conversaría por horas si no tuviera que trabajar, pensar y escribir. Exento ya de cátedra, mantiene un seminario en La Sorbonne con Jean-Marie Vincent, uno de sus discípulos. Actualmente se encuentra grabando, al lado de René Lourau y otros intelectuales, sus memorias, los momentos más importantes de su larga vida llena de acontecimientos: los iniciadores surrealistas, sus encuentros y riñas con los comunistas, sus expulsiones del partido, sus amores, su admiración por Goethe y Hegel, sus viajes a Alemania, México, Argelia, California y Cataluña.

Su departamento es amplio, sencillo, iluminado lleno de libros y recuerdos. No huele a viejo sino a tisana, hierbas y vivencias acumuladas. Se sentía la presencia de la gente que ha vivido aquí interminables discusiones políticas y filósoficas que aún continúan.

Después que el viejo profesor gascón me invitó un café en su salón-estudio, comenzamos nuestro diálogo.

L.G _Profesor Lefebvre, en un encuentro anterior usted me dijo que estaba a punto de terminar y publicar un trabajo con el título ¿Qué es pensar? ¿Qué nos puede decir acerca de este libro?

H.L _Efectivamente, hélo aquí… ha salido hace apenas unas semanas. ¿Qué es pensar? responde a cuestiones y preocupaciones muy actuales. Si bien parto de textos filosóficos _de Desacartes, Heidegger y algunos otros filósofos-, el problema que este libro trata de resolver se puede formular de la siguiente manera: ¿Piensan las computadoras? Hemos estado escuchando por todas partes en Francia que se tienen ahora máquinas de pensar; hay hasta quienes dicen que pensar más rápido que los seres humanos y que muy pronto pensarán mucho mejor puesto que nuestro cerebro es una máquina potencial. Paradójicamente, nosotros construimos con nuestros cerebros máquinas de pensar que, en teoría, son mejores que nuestro propio cerebro.

Tal es el problema que planteo en este volumen. Es un libro de filosofía, pero no una filosofía desencarnada y desactualizada. Los problemas que me planteo se refieren a cuestiones más profundas, por ejemplo: las matemáticas.
¿Qué son las matemáticas en relación al pensamiento? Para una gran corriente filosófica, netamente el empirismo lógico, las matemáticas proponen el modelo, el paradigma del pensamiento. En este trabajo, trato de demostrar que es falso, que las matemáticas no son el paradigma del pensamiento, que éste no es un cálculo ni una combinatoria, sino una relación que se entabla con el mundo, una relación como otras, como el juego del amor.

Quiero decir que el pensamiento no es una relación de juez consigo mismo como Descartes, no es una relación con la práctica, si bien implica una relación con la práctica social y con el trabajo, no lo es sino a través de mediaciones como el trabajo, el lenguaje. Es una relación con el mundo.

L.G _Es muy reconfortante escucharlo de usted. Esto me recuerda un trabajo de Michael Shallis recién publicado por la editorial de la Universidad de Oxford, en el cual afirma que las computadores no piensan, que lo que éstas hacen es reproducir mecánicamente una de entre muchas maneras de pensar: en todo caso la lógica formal…

H.L _Esa es precisamente la tesis que yo defiendo, lo que permite demostrar c´mo la lógica ha entrado en la práctica social, en la tecnología; cómo hay una especie de cadena continua entre los presupuestos de la lógica, es decir, de la identidad formal, un encadenamiento que va de la identidad formal hasta la práctica tecnológica de nuestra época; esto me lleva a demostrar cómo en lo social actual existe una especie de imperio de la lógica. Cómo la lógica y las matemáticas han entrado en la práctica tecnológica de nuestra época; esto me lleva a demostrar cómo en lo social actual existe una especie de imperio de la lógica. Como la lógica y las matemáticas han entrado en la práctica, como la lógica se vuelve operacional, operatoria, lo que no quiere decir que eso sea pensar. Ese mundo social, esa práctica social que en efecto de la lógica, no piensa en sí misma, tiene necesidad de ser pensada. El imperio de la lógica no es, por tanto, un imperio del pensamiento, sino una operatoria, una especie de efecto, que se muestra claramente por su brutalidad, por el hecho de que entraña la violencia, de que nos conduce por una vía tan peligrosa como la autodestrucción, tanto de nuestra sociedad como de nuestro plantea…Estamos en Francia muy sensibles a estos fenómenos, quizás también en México…pero aquí de manera muy acentuada.

L.G_Creo que la cuestión tecnológica heideggeriana, se trata de un desbrozamiento que parte quizás del mismo Hegel.
Me acuerdo que en alguna ocasión usted citó a Hegel a propósito de la potencia de la tecnología que puede llegar hasta la creación de máquinas que sustituyen al hombre. Este es uno de los temas que trabajo; hemos hablado también de la cuestión fundamental sobre la transformación de la relación entre máquina y trabajo. Es una preocupación esencial en Europa, ya que esto se refleja fuertemente en las más altas tasas de desempleo que jamás haya habido desde la Segunda Guerra. ¿Qué piensa de esto?

H.L_En el horizonte lejano de la producción automatizada se encuentra el fin del trabajo, del mundo trabajo, no digo que sea para mañana, pero es el horizonte de la automatización, de la producción automatizada, robotizada: el taller sin obreros. Usted mismo ha hecho una tesis sobre este tema, la cual ha guardado tan bien que no logro encontrarlo… Usted conoce bien este problema: el taller sin obreros; pero en un horizonte lejano, y sin embargo ya es suficiente para desvalorizar el trabajo. ¡El trabajo ha cesado de ser un valor fundamental! Ello encierra cierta desmoralización del trabajo y de los trabajadores.

Entonces, lo que también se ha producido es que el trabajo productivo se ha modificado cualitativamente, la producción de cosas ha perdido importancia en relación a la producción de signos, de textos, de abstracciones, de imágenes, y esto, además, influye en la desvalorización del trabajo manual, del trabajo productivo. Todo ello es tendencial, virtual, pero estamos en ese camino…

Por el momento, esto se traduce en la exclusión del trabajo de millones y millones de personas, particularmente en las periferias. En Africa, en una parte importante de Asia, en la India, y en una parte de la América Latina, millones de hombres son excluidos del trabajo productivo, de la vida social y del consumo. Esta extrema conclusión me parece inquietante y peligrosa porque tiende a reconstruir la sociedad alrededor de un núcleo muy compacto, alrededor de técnicas y tecnologías de punta, y entonces tendremos en torno a esas centralidades periferias de las periferias, más que marginalizadas destinadas a la exclusión total. Tendremos así, un núcleo central y porcentajes considerables de la población abandonados, perdidos, muriendo de hambre…Es un fenómeno peligroso, que se presenta a escala mundial.

L.G _Lo que más sorprende en la evaluación de la tecnología actual es que a la vez que libera trabajo, el mundo continúa atado a la forma salario, y con esta atadura la redistribución se vuelve casi imposible; lo que no cesa es la creación de riqueza pero lo que no funciona es la forma de la distribución, lo que significa cambios profundos en la estructuración de la economía contemporánea.

H.L_La distribución se hace por la vía bancaria y financiera, por la vía del comercio. En Francia se cuenta demasiado con la tecnología para mejorar la forma de la distribución; se habla mucho de la moneda electrónica. Creo que la tecnología no tiene nada que hacer con las relaciones fundamentales. Que a usted le paguen en moneda electrónica, fiduciaria, o en dinero metálico, no cambia en nada su capacidad de comprar. Si usted no tiene ésta, ¿de qué le sirve?

Mucho se ha hablado sobre la moneda electrónica, sobre las tarjetas con que se puede retirar el dinero de manera rápida, como se hace ya en el banco, y efectivamente eso va a mejorar considerablemente lo concerniente a la velocidad de la circulación, pero eso no cambia nada en las relaciones fundamentales de explotación y dominación. Son las formas las que se modifican.

No creo que los contenidos profundos de las relaciones fundamentales sean alteradas por la tecnología, salvo en lo relativo a la exclusión creciente de un número mal determinado de individuos. Si ese núcleo se reduce aún más en el curso de crisis sucesivas, entonces sobrevendrá la descomposición de la sociedad y, se erigirá otra dominada, subordinada por gente que mantenga el monopolio de la técnica, una élite nueva de tecnócratas, de políticos, dominados los aparatos políticos y militares.

La amenaza para nuestra sociedad es la de estar en manos, y ya lo está, de una especie de triunvirato: los tecnócratas, los militares y los políticos profesionales. Pienso que la tecnología no cambia en nada esta forma de dominación, la que está en formación desde hace ya varios años, sino que, al contrario, se corres el riesgo de reafirmarla, salvo si se produce un movimiento profundo, como lo hubo en Francia, que no se logró muy bien y que, finalmente nada se ha transformado.

L.G_ Pensar la técnica es también pensar en alternativas; creo que en efecto la situación actual nos impide ver claramente el futuro, pero lo que si podemos ver es una especie de destrucción de los sujetos tradicionales, y al mismo tiempo no podemos visualizar en lo que esos sujetos se transformarán y como es que los nuevos sujetos políticos se van a constituir, así como cuales son las alternativas sociales que pueden ofrecer. No hablo por supuesto de un sujeto esencial, sino de subjetividades.

H.L_ Me parece que esa cuestión del sujeto político le preocupa demasiado desde algunas semanas, a mí no me preocupa tanto la cuestión del sujeto político; es más, nunca he creído en la existencia de un sujeto político; sólo en el límite, la clase obrera se constituye como sujeto histórico, de otra parte no puede hacerlo según Marx, más que cuando se niega ella misma, cuando se rebasa, y cuando rebasa la sociedad de clases.

Esta autoafirmación implica una autonegación. Siempre se ha hablado de casos límite y nunca se ha llegado hasta ella. ¿El sujeto? ¡pero él puede surgir por todas partes! Puede ser en la ciudad, en los barrios, podría ser en x o z grupo social, por ejemplo, en los extranjeros, en los inmigrados de tal o cual país. El año pasado tuve la impresión, en California, de que los mexicanos funcionaban como un sujeto, muy confuso, pero portador de una contracultura en relación a la cultura dominante en Norteamérica.

El sujeto puede construirse de una manera espontánea, como en 1968 en Francia, a partir de los estudiantes. No creo en el carácter esencial o estructural del sujeto. El sujeto es para mí, en la medida que eso tenga algún sentido, de carácter coyuntural: nace de un encuentro, nace de toda una serie de causas, de condiciones y hasta el azar, ¡pero, de una gran cantidad de condiciones!, es necesario que estas converjan en una coyuntura para que nazca un fenómeno de subjetividad. No me hallo para nada en la problemática de un sujeto sustancial, esencial, constituido, estructurado…

L.G _Estoy de acuerdo con usted. En todo caso a lo que me refiero es a la posibilidad de la contestación, a la posibilidad de hacer política, y de ver en la práctica social alternativas, proyectos nuevos de sociedad…

H.L_ ¡Ah!, eso es a lo que nosotros deseamos! Me permito decirle inmediatamente que ese problema es el nuestros, que hay grupos que se ocupan, grupos de investigación y acción, de los que yo conozco varios, y me parece que este es el momento de señalar que estamos preparando una publicación mensual alrededor de esta problemática, que será redactada, concebida en función de un proyecto, es decir, de la elaboración de un proyecto de sociedad, político, en el cual se definirán las bases de una nueva ciudadanía socialista, comunista, en las condiciones de gestión del espacio y del tiempo; hay una lucha por el espacio y el tiempo mucho más vasta que la lucha de clases tradicional, y en la cual nos esforzaríamos por definir algunos contornos de lo que es posible hoy.

No digo del futuro, puesto que nada es inevitable, fatal; ni la guerra, ni la transformación de la sociedad son inevitables. Uno se puede quedar por debajo de las posibilidades, pero nuestro objetivo es tener una publicación que haga parecer aquello que emerge, germina, se esconde en nuestra sociedad, en Francia más allá de ella. Estamos reunidos grupos alrededor de esta idea. Empero, aún no encontremos el título para esta revista. Hay muchas sugerencias. Yo he propuesto L’Intempestif!

Nuestro diálogo concluye con esta promesa de un viejo aún lleno de proyectos y de energía. Contagiado de su ánimo y vitalidad me despido de Henri Lefebvre, quien me acompaña hasta la puerta. Salgo a la calle pensando que pronto deberé tomar el avión a México. Jóvenes europeos con cabellos de colores, ropa negra y guantes que dejan fuera de la mitad de los dedos, cruzan conmigo hacia el edificio-fábrica cultural del centro Beaubourg. Son una generación distinta sin duda; pienso que la exclusión social no sólo se da en África, en India o en América Latina.

Aquí también se percibe y se disfraza de actitud negativa a la integración…la virtud muerta del socialismo francés, el resurgimiento de una derecha xenófoba y miope, y, atrás de todo, una reconversión más que neoindustrial que sigue su marcha excluyendo trabajadores por todas partes…… Acaso el espectro de la crisis estructural, del principio de incertidumbre y del fantasma del no future.

luis e gomez sociologo mexico unam

Dr. Luis E. Gómez
Sociólogo mexicano especialista en temas de teoría social contemporánea.

Twitter / LinkedIn

Publicaciones