Quiero dedicar este premio a mi madre y a mis hijos. También a mi familia política (Asid e Ingvar) a Elin mi compañera, a mis hijos, Irene la cineasta roja y a Andrés el ciclón matemático. A mi amigo Pino.
Quiero también hacer aquí un homenaje a cinco grandes maestros recientemente desaparecidos, docentes, investigadores, colegas y amigos que de mera distinta reflejan la pluralidad universitaria en sus distintos combates intelectuales: los maestros Adolfo Sánchez Vázquez, Alenjandro Rossi, Juan Brom, Bolívar Echeverría y Antonio Delhumeau. Sé que los echaremos de menos pero también que por sus legados viven en el corazón de la Universidad y de la República.
Agradezco esta distinción porque reconoce el papel de las Ciencias Sociales tienen, no sólo como formas de análisis de las sociedades complejas, lo cual es muy loable, sino también porque son
capaces de producir profesionales que pueden coadyuvar a desarrollarlas y transformarlas en los diferentes campos y dominios del hacer social.
Quiero señalar que hoy la distinción entre profesionalización e investigación ya no es antitética, no hay profesionalización sin investigación, no hay investigación sin profesionalización.
Hoy tenemos la obligación de incorporar a nuestras currícula el estudio de nuevas realidades de las sociedades complejas: problemas de género, desarrollo sustentable, multiculturalidad, diversidad, riesgo, violencia y seguridad; igualmente cuestiones de gobierno, diseño, operación y evaluación de programas sociales, sociología de las edades: niños,jóvenes, adultos y mayores, problemas de la población.
Todo ello debe contribuir a buscar respuestas para recuperar el tejido social roto y entender la situación de violencia que vive el país de una manera multifactorial y no de forma sólo unidimensional como se ejerce actualmente y, al mismo tiempo, evitar la militarización del país y la constante violación de los derechos humanos, comenzando por impulsar a fondo la educación, la ciencia, la tecnología, la salud y el empleo, Requerimos impulsar nuevas prácticas culturales, sostenidas en el respeto y en la ética de una convivencia participativa, un compromiso fuerte con el
proyecto de la sociedad de conocimiento.
El país, su población y sus territorios lo requieren, México lo necesita.
Muchas gracias,
Centro Histórico de la Ciudad de México, 22 de noviembre del 2O11.