En el principio, la fisura fue abierta en Polonia por Solidaridad y por Welessa – la clase obrera contra el estado proletario – después, vino la reforma – madre de todas las revoluciones soviética, glasnost y perestroika, diseñada, en el recambio generacional, con el ascenso de Gorbachov después de las sucesivas y vertiginosas enfermedades y deseos de sus predecesores.
Luego, la caída del Muro de Berlín, desastre de un régimen impopular y virtual ocupación de un Estado por otro, con todas sus consecuencias, tanto para los alemanes, como para el resto de Europa. Alemania unificada se convierte rápidamente en el eje económico y financiero de la naciente supranación que será la Comunidad Europea.
Enseguida, Checoslovaquia y Hungría entran en un proceso de liberalización hacia formas de democracia occidental y de mercado capitalista.
La revuelta popular rumana produce el estrepitoso derrumbe de la dinastía de Ceauscescu.
Bulgaria por su parte, interpreta con cuidado y sabiduría, los ritos y los tiempos rusos.
Más tarede, consecuentemente, la disolución del pacto de Varsovia y del COMECON, alianza político – militar la primera, mecanismo de intercambio económico del ex – bloque el segundo.
Mientras tanto, Yugoslavia, en plena debacle política y económica, termina por desatar los mecanismos ciegos de la guerra interétnica, donde la disputa ancestarl entre servios y croatas se vuelve eje de confrontación de chauvinismos nacionales, sólo subsumidos temporalmente por el titismo y la autogestión.
Finalmente, de nuevo en la URSS, el fallido intento de golpe de estado por el ala conservadora del PCUS precipita, por un lado, la restructuración económica y política introduciendo una mayor liberalización del mercado precisamente es situación de extrema escasez, y por otro, la virtual desintegración de la Unión de Repúblicas, en primer término con la independencia de los estados bálticos de Estonia, LETONIA Y Lituania, pero extendiéndose la demanda secesionista hacia otras Repúblicas de la Unión.
Gorbachov deberá en adelante, gobernar tratando de mantener los frágiles hilos que amarran a las Repúblicas mediante un tratado equitativo y autonómico. Así mismo deberá gobernar con y contra Yeltsin, presidente de la Federación Rusa, su probado salvador y, verdugo posterior.
Estas nuevas situaciones nos plantean, no sólo para los que hacemos TRABAJO, una serie de interrogantes que, a lo largo del número, hemos tratado de reflexionar.
¿Cuál es el estatus de la clase obrera en los países del Este, del otro movimiento obrero como, ocasionalmente, se le ha llamado?
¿Cómo se configuran las nuevas relaciones industriales?
¿Cuál es la situación de la restructuración productiva y de las políticas de liberación de la economía?
¿En qué momento y nivel se encuentra el desarrollo de las tecnologías ligadas a la producción?
¿De qué manera los derechos laborales se verán afectados?
¿Hasta qué punto los nuevos movimientos obreros podrán construir y poner en juego su autonomía político – laboral?
¿Y, en el ámbito del conocimiento social, cuáles son sus nuevas expresiones?
Frente al derrumbe de un sistema que demostró su incapacidad y de cara a la construcción de uno nuevo que, evidentemente aún no alcanza a definir su perfil, es claro que la fase de transición comportará luchas y acciones rearticuladoras de los espacios y de las prácticas sociales, laborales y de producción del saber.
La especificidad de esta transición tiene tanta importancia como la reestructuración capitalista y la revolución técnico – científica que estamos viviendo. Su interacción será, en parte, definitoria de los nuevos procesos de globalización y de conformación de los bloques económicos que tenderán a dominar el mundo en esta fase terminal del siglo, proyectándose hacia el nuevo milenio.
La comprensión crítica y analítica de esta interacción es central para enfrentar el horizonte de nuestro tiempo.
TRABAJO quiere contribuir a ello, ofreciendo al lector interesado, materiales originales controversia político intelectual.