Introducción

El presente trabajo intenta reflexionar sobre algunos conceptos que quiero exponer de la siguiente manera: técnica, espacio, territorio, población, imperio y multitudes. Pretendo, con estos conceptos, hacer un análisis de la guerra de Irak en el contexto de la globalización y de la reestructuración imperial del mundo del siglo naciente, destacando los nuevos métodos bélicos y las implicaciones políticas que se derivan de su uso.

Con la revolución cibernética el mundo se ha reducido, con la posibilidad de la comunicación instantánea, de la transferencia inmediata de recursos financieros, señales, imágenes, datos, de un extremo al otro del globo, con la generalización de los intercambios y con el incremento sustancial del control sobre dispositivos productivos y destructivos, las distancias han quedado virtualmente abolidas y con ellas el espacio. Hay una explosión de las fronteras dando paso a los Estados post-nacionales y una revalorización de lo local, una especie de implosión de las fronteras internas. Nuevos comportamientos, nuevos actores.

Las formas de circulación inmaterial presuponen, al mismo tiempo, un recrudecimiento en la disputa por los recursos materiales que también parecen reducirse. Véase simplemente la reducción de los bosques, la pérdida de especies biológicas y el descenso de las reservas probadas de petróleo en el mundo. Los recursos acuíferos aparecen igualmente como una cercana fuente de disputa en el mundo. La desertificación no parece ser sólo una metáfora. Vivimos una profunda afectación de nuestro mundo de vida.

El crecimiento de las poblaciones en el mundo, si bien se ha frenado, sigue vigente en los países periféricos. Los efectos del modelo económico globalizador hacen crecer las distancias entre las diferentes regiones del globo y al mismo tiempo hace crecer la distancia entre altos y pequeños ingresos al interior de los países centrales. En menos de veinte años la crisis del welfare se ha traducido en warfare. De las políticas socialdemócratas del bienestar a las políticas imperiales de la globalización y la lógica de la guerra para replantearse, una vez más, la distribución del mundo y de sus recursos.

Imperio, objetivos y estrategias.

A partir de aquí quiero ligar algunas afirmaciones que tal vez sean chocantes por su aparente frialdad: a pesar de que existe la Convención de Ginebra que establece procedimientos para “normar” ciertos actos bélicos, la verdad es que quien hoy hace la guerra, desde la prepotencia de sentirse por encima de los demás, como es el caso que nos ocupa, carece de moral alguna y lleva adelante, sin más, los propósitos que se pone por delante.

Se trató de construir una especie de declaración de cobertura “humanitaria” que permitió afirmar al gobierno de Bush que la guerra no era contra la población civil, pero cuando se ha llegado a afectar indiscriminadamente a este tipo de población o bien se dijese que se cometieron errores o que la culpa era del “tirano” que afectaba a su propio pueblo al exponerlos incluso como escudos humanos. Como puede verse se suspende entonces la vigencia de la moral, esta queda supeditada a fines bélicos. De igual manera se produce una suspensión del derecho, el cual queda abolido al no existir una fuerza capaz de parar o sancionar el atropello y la agresión.

Por otro lado, la guerra no establece, al carecer de legalidad que la norme, al carecer de legitimidad por su unilateralidad, ningún tipo de equidad posible en la confrontación: de un lado, una nación hiper desarrollada, como lo es los Estados Unidos, con cerca de 275 millones de habitantes y con un ejército potencial gigante, con un producto anual cercano a los 8 billones de dólares, que le permite un PIB anual por habitante de 30 mil dólares. Con una escolarización al nivel superior del 80% de su población. Por otro, Irak empujado a una guerra desigual, país ubicado en el lugar 139 de la economía mundial, con una población aproximada de 23 millones, en un territorio cercano a la cuarta parte de México, y menor a una vigésima parte de los Estados Unidos, con un PIB anual por habitante menor a 2 mil dólares (desplomado aún más desde el incio del conflicto). Si bien su mayor riqueza es el petróleo, éste no llega en su producción total anual a 110 millones de toneladas, mientras que comparativamente México produce 175 millones y los propios Estados Unidos 375 millones de toneladas. Sólo su vecino de al lado, la República Islámica del Irán produce más de190 millones de toneladas. (1)

Hasta donde se ha visto, Irak no poseía armas de destrucción masiva, ni se ha probado el argumento principal de la guerra, que afirma la existencia de armas químicas y biológicas. Ante este argumento desacreditado, lo único que ha sostenido argumentalmente la guerra es la “liberación” del pueblo Iraquí de su tirano, un potencial desestabilizador del mundo mediante el uso arbitrario del terrorismo anti-occidente.

¿Se ha creído realmente la población estadounidense dichos argumentos? Al parecer cada vez menos, pero aún así apoyaron la iniciativa de su presidente. La figura presidencial sigue siendo un valor intocable. ¡Hasta ahora! El pueblo norteamericano está identificado con un valor centrado en la verdad, no le gusta que se mienta.

Cómo podemos ver se trata de una agresión desproporcionada, inequitativa e injusta. Es como si se permitieran peleas entre un peso completo y un peso mosca. Es poco probable que Irak haya tenido alguna influencia político militar inclusive de manera importante sobre su propia región. Ningún país de la región como tal decidió aliarse o enviarle tropas o pertrechos. La acusación estadounidense a Siria e Irán de estar dejando pasar por sus fronteras a Irak militantes chiítas combatientes, parece poco fundada, La guerra sostenida con Irán, por cierto apoyada por los Estados Unidos, le dejó a Irak un enorme problema de relación en la región.

Ahora bien, el argumento de liberar al pueblo iraquí también ya se modificó: ahora se dice que después de la capitulación se instalará un gobierno “provisional” con veintitrés ministerios encabezados por norteamericanos. Los chiítas demandan elecciones prontas y también el final de la influencia norteamericana. Aquí se puede aplicar el viejo adagio “nadie sabe para quién trabaja” Los viejos enemigos fundamentalistas, asociados a los kurdos, listos para asaltar el poder en Irak gracias a los Estados Unidos.

Por todo ello, como veremos más adelante el principal aliado de Irak contra la guerra es la fuerza que puedan tener, por un lado la opinión pública mundial expresada inclusive más allá de las expresiones anti-globalización y por otro las protestas en el seno de la sociedad norteamericana. El factor reelección de Bush está jugando también en ambos sentidos. Se puede afirmar que los demócratas buscan un discurso intermedio, un candidato que al mismo tiempo que critique la guerra pueda mantener una cierta beligerancia hacia fuera, hable de los problemas internos, principalmente del incremento del desempleo. Una economía que parece ir bien pero que no crea nuevos trabajos.

Y aquí es donde yo creo que aparecen las verdaderas razones de la guerra. No se trata ni siquiera del petróleo, al menos no el de Irak, se trata del control estratégico del territorio del Próximo y Medio Oriente, donde Irak es el centro estratégico. Si podemos visualizar el territorio completo, podemos ver cómo este país ocupa el lugar central entre Irán al Este, que a su vez se encuentra entre Irak y Afganistán, hoy bajo control de los Estados Unidos, al norte su frontera es con Turquía, hoy la puerta a Europa, al noreste Siria quien ya está inquieta, al Este también Jordania que más al Este tiene como vecinos a Líbano e Israel y por supuesto los territorios palestinos. Al Sur Kuwait prácticamente bajo control norteamericano y al sur este Arabia Saudita.

Visto así estamos hablando ya del control sobre casi el 30% de las reservas mundiales petroleras, en una época donde no hay ninguna seguridad de encontrar a nivel global una alternativa a esta principalísima forma de uso de energía. Efectivamente en esta guerra no hay moral, ni ética, ni derecho internacional, ni justificación alguna.

Es sin duda un desafío a la OPEP y al mundo árabe en general. Al tomar control de los mercados petroleros los Estados Unidos buscan convertir a la mercancía petróleo en una mercancía como cualquier otra, presionando el precio del barril hacia la baja, para evitar las oscilaciones que introducen inflación y desestabilización de la economía imperial. No obstante, mientras permanezca la beligerancia bajo la forma de la ocupación y bajo la forma de la resistencia los precios del petróleo permanecerán a la alza.

Imperio, técnica y espacio

El filósofo Antonio Negri, quien hace algún tiempo todavía dormía por las noches en una prisión en el Tras-Tévere romano, abre su libro, escrito en colaboración con Michael Hardt, con una frase que nos recuerda viejas pero imprescindibles formulaciones: “el Imperio se está materializando ante nuestros propios ojos”. Establece igualmente otra formulación: “ha surgido una nueva forma imperial en donde ningún Estado-nación constituye el centro del proyecto imperial” (2).

Lo anterior nos puede permitir entender que la globalización no es sólo un objetivo norteamericano, aún cuando los Estados Unidos ocupen la posición privilegiada en el imperio, y que la guerra de Irak ejemplifique formas al interior del mismo, donde sus Estados confederados se disputan sólo la manera de conducirlo.

El imperio que se abre ante nuestras azoradas miradas carece de fronteras, no las respeta porque está al interior de ellas, mercancías, marcas, señales, circulación de datos, no necesariamente información, no necesariamente validada, circulación de personas con tareas específicas en las trayectorias de la valorización, en los circuitos de la sociedad cibernética ya dibujada acriticamente por Luhmann. El imperio, a la vez norteamericano, alemán, japonés, francés, australiano, inglés.

El imperio y la técnica van de la mano, particularmente la técnica militar, las técnicas de destrucción masiva. Heidegger decía que el problema fundamental del hombre, imposible de ser pensado en toda su dimensión, era la técnica. Max Weber quedó horrorizado y al mismo tiempo fascinado por la guerra, a la cual llamó “la magnífica, cruel, madre guerra” precisamente porque advirtió en ella el potencial de innovación tecnológica.

Pero la técnica de Heidegger en cierta medida, era también la técnica de Clausewits, el momento en que las operaciones de guerra cambiaron la movilidad de la carga de la caballería, a la guerra de posiciones que tanto inspiró a Gramsci, con el atrincheramiento de las tropas, lo cual , a su vez, se vio superado por la emergencia del vehículo todo terreno llamado tanque, que les permitió a los alemanes ejecutar su llamada blitzkriege, guerra relámpago.

Hoy la técnica bélica se ha desplegado hacia formas técno-científicas y cibernéticas, combinando la ocupación del terreno con la abolición del espacio. El espacio de la confrontación deja de ser sólo el territorio para pasar al uso del espacio aéreo, atmosférico y extra-atmosférico. La nueva forma del viejo proyecto reganiano de la guerra de plataformas espaciales.

La técnica se despliega en la creación de un dispositivo de programación del conflicto sin frentes fijos, sobre una carta cibergráfica, que permite visualizar el territorio desde satélites, inclusive en forma tridimensional, dando cuenta de la orografía, de los relieves y de los obstáculos naturales, así como de los objetivos específicos, reconoce las ciudades, barrio por barrio, calle por calle, predio por predio. Pretende igualmente conocer las instalaciones sanitarias, del agua, eléctricas y de servicios, con la finalidad de elaborar los cálculos de trayectoria de los misiles, cálculos que de ahora en adelante son “negociados” entre las supercomputadoras, el GPS (control satelital), el misil mismo y el comando propiamente militar. Si bién la cartografía fué un instrumento militar, hoy las geo-técnicas de gestión de territorios le son imprescindibles.

La técnica prove también las formas de resistencia, no en balde los intentos irakies de construcción de potentes radioemisores de “ruido electrónico”, radio y micro-ondas, para intentar descontrolar las computadoras de los misiles teledirigidos. Quizá aquellos misiles que cayeron lejos de sus objetivos, fuera de las fronteras, fueron afectados por estas nuevas armas electrónicas. Y la técnica provée también nuevas formas de resistencia, ¿Quien no ha firmado, difundido o propuesto un manifiesto contra la guerra por internet?
Seguro que no tardará en instalarse una policía informática, si no es que ya existe.

La técnica de Clausewits llegó a soñar con el cañón Bertha. El enorme cañón fué suprimido para dar paso al transporte aéreo, se usaron los aviones como bombarderos y luego se hicieron de los misiles un dispositivo en si mismo, autosuficiente, recuérdese los célebres cohetes alemanes cayendo sobre Londres, en la segunda guerra mundial.

Baste señalar hoy el temible Tomahawk, propulsado con reactor propio, dirigido por GPS (control satelital), conteniendo una carga de más de 440 kilogramos de explosivos, con una autonomía de 1,100 kilómetros, con una aproximación de golpe de más menos tres metros. El Tomahawk tiene un costo cercano al millón de dólares. Operaciones presumidas como “quirúrgicas” que han pasado a formas indiscriminadas con el sistema de bombardeo en racimo incluyendo centros comerciales, hospitales, zonas residenciales y otras instalaciones civiles.

Estos misiles ejemplifican una idea de gasto o consumo que se quiere presentar como parte de la economía futura. Demoliciones que dejan prever inversiones de reconstrucción por sumas superiores. Al menos eso creen los economistas. Un tipo peculiar de consumo, un gasto con la finalidad de producir destrucción productiva. Penetración, destrucción y negación productiva. No es enteramente nuevo, pero su dimensión y su ambición si lo son.

Abolición del espacio en razón de la preeminencia del tiempo sobre las distancias, tiempo manipulable desde la pretensión ilegítima del Imperio. Nos encontramos también con la abolición del espacio de la razón y de la negociación. La ONU está en una crisis similar a la de la Sociedad de las Naciones justo antes de la Segunda Guerra Mundial. Riesgo de convertirse en una organización samaritana, triste enfermera “humanitaria” curadora de las heridas reparables. Aun hoy mismo, Powel intenta amalgamar a la OTAN ofreciendo participación en la reconstrucción del Irak de la posguerra, aderezando todavía del plan de liberación de los Irakies ya bastante desacreditado.

Ya en 1977, después de las lecciones de Viet-Nam, Paul Virilio escribió su célebre libro Velocidad y Política, donde anticipaba con impresionante acierto, las vicisitudes de la Guerra del Golfo, veinticuatro años antes de producirse. No me refiero a su anticipación de la colocación de cámaras en la punta de los misíles, sino fundamentalmente a la creación de una suerte de ministerio de de gestión del territorio en guerra y particularmente a la pretensión del imperio de establecer gobiernos consulares inmediatamente después de lograr la capitulación respectiva. La anterior aseveración puede efectivamente clarificar cómo, si bien el petróleo es un elemento fundamental en los objetivos de la guerra, lo es más el control estratégico territorial. (3)

En el desarrollo estratégico y logístico de la actual guerra, las condiciones del terreno no son un obstáculo como lo pueden ser las selvas viet-namitas o colombianas. Dentro del Medio Oriente a la zona integrada por Jordania, Siria e Irak, así como Israel, Líbano y Palestina se le conoce como el cuerno fértil. Sin embargo, una gran parte de Irak es desértica y semidesértica.

El verdadero problema del desierto es que no constituye un terreno aprovechable, obliga a transportar grandes cantidades de provisiones y las tormentas de arena entorpecen los avances. La gran dificultad de esta guerra no son dichas tormentas, son las ciudades, debemos recordar que a diferencia de Afganistán, donde la población vive dispersa, en Irak el 65% de la población habita en áreas urbanas.

A pesar de que los manuales dicen que en su fase final las guerras se ganan en la lucha cuerpo a cuerpo, tropas contra milicias, hay que recordar que los norteamericanos están desproporcionadamente equipados con trajes especiales y dotados de dispositivos de visión nocturna y armas de mayor potencia, además de que son apoyados por artillería y bombardeo aéreo y terrestre.

No obstante los invasores no parecen estar completamente formados en este tipo de combate llamado guerra de guerrillas. La gran dificultad para los Estados Unidos es que la población no está recibiéndolos como libertadores, aceptan los paquetes de alimentos, pero les tienen desconfianza e incluso odio. Los principales focos de resistencia estarán sin duda en la ciudad de Bagdad y otros centros urbanos, donde buscan resistir bajo la forma de un ejército no convencional, disperso y de rápida movilidad.

Aquí el tiempo de los misiles tele dirigidos y tele corregidos pasa al tiempo de la resistencia ubicua en espacios sin planeación. En el mito de la guerra equitativa del cuerpo a cuerpo, la desigualdad técnica y la voluntad de resistencia no permiten prever con claridad el resultado. Después de la captura de Sadam Hussein, queda claro que el comando de la guerrilla está descentralizado y que probablemente hay varias facciones que pudiera ser no se conocen unas con otras.

Entonces, los escenarios de la guerra de resistencia se desplaza lo mismo hacia las afueras de Bagdad que hacia el centro. De un lado, la ocupación y por otro, la resistencia, donde el conflicto se panarabiza cuando múltiples fedayines de diversos países están en la Ciudad de las mil y una noches. No cabe duda de que la ocupación alimentará el odio del mundo musulmán hacia los Estados Unidos contradiciendo el propósito de contener el terrorismo.

El Imperio y las multitudes

En el otro escenario de la guerra, en la demanda por la paz inmediata, las multitudes del mundo tomaron las calles para exigir la salida del invasor alevoso, que no quiere escuchar y que dice querer salvar al mundo del eje del mal.

Nuestro querido maestro López Austin nos decía que finalmente está reconocido que el dios cristiano y el dios musulmán son el mismo, es cierto, pero aquí el discurso de la guerra invoca a la dualidad Dios versus Satán, el lenguaje de Bush pareciera que está inspirado en el lenguaje del Ayatola Jomeini. Tenemos aqui la atribución del mal al otro, algo propio de los fundamentalismos. Estas extrañas coincidencias tienen su razón de ser en el acercamiento de Bush a la corriente comunitarianista que no es otra cosa que el viejo conservadurismo que acusa al liberalismo individualista de haber destruido el tejido social y sueña con unos Estados Unidos donde la familia y el comunity vengan al rescate del paraíso perdido de los años cincuenta. Bush quiere refundar a los Estados Unidos como el fundamentalismo de occidente.

El mundo tiene una tarea, lograr la paz, la concentración de las multitudes por todos lados así lo exigen, al unir las voces, al luchar por ella, se expresa una vocación que quiere vivir de otra manera, sin chantajes, con mayor autonomía.

Los acontecimientos de fin de milenio, tales como la globalización y las transformaciones de las luchas sociales llevaron a Negri a señalar, por un lado la emergencia de un nuevo modo de organización del capitalismo, donde, tampoco es una novedad, la noción de Imperio actúa como la del imperialismo según Lenin, el Imperio como el imperialismo no tienen patria.

El Imperio según Negri no es dirigido por un gobierno específico, así poderoso sea el gobierno norteamericano del neofascista Bush, y es totalmente creíble que este gobierno, por sus vínculos con un grupo de intereses petroleros y de la industria bélica, haya violentado lo que venía haciendo en términos de globalización el gobierno del presidente Clinton.

No falta quien piensa todavía que si el imperialismo no es norteamericano no es imperialismo. Y que si hay Imperio éste tendría que ser sólo gringo.

La noción de multitud, ni se le puede negar existencia, ni se le puede reducir a expresión de clase, veamos solamente la composición social de las protestas de Seatle, de Can Cun, de Génova, de todos los participantes ahora llamados altermundistas, quienes buscan con sus acciones construir las utopías del nuevo siglo.

La gran mayoría de los integrantes de las multitudes anti globalización son estudiantes, intelectuales, hijos rebeldes de la clase media, ecologistas, feministas y defensores de la diversidad sexual, grupos de diversas tribus posmodernas, desempleados que nunca han tenido un trabajo y quien sabe si algún día lo tendrán, indígenas donde los hay, campesinos incluso algunos muy tecnificados, y es verdad que también concurren empleados y trabajadores que sueñan con algo mejor. Pero, ni son mayoría ni impregnan estas manifestaciones con demandas tradicionalmente proletarias, como por ejemplo, las de mejoras salariales.

Lo más sencillo para borrar esta diversidad sería decir que, en su conjunto, forman una clase social, lo cual sería muy simplista. O incluso afirmar que representan al proletariado, aunque no se den cuenta.

La verdad es que esta brava gente no quiere partidos, como los que todavía se preconizan desde las izquierdas arcaicas, ni hay quien los represente, ni quieren que se negocie en su nombre. Los distingue una posición negacionista, no son internacionalistas en la vieja concepción, son más bien cosmopolitas y están en contra del Imperio global, cualquiera que sea la bandera nacional que pretenda encabezarlo.

Imperio y Multitud, conceptos negrianos

Antonio Negri ha trabajado desde una izquierda que comprende los nuevos procesos con una obra espléndida, donde se puede aprender sobre Hegel, Kant, Marx, Nietzche, Espinoza, Leopardi, y comparte ideas con una gran cantidad de pensadores de gran calibre y prestigio, algunos de ellos ya desaparecidos como Foucault, Deleuze, Guattari, Lefebre y de muchos otros que hoy comparten posiciones y análisis que tanto se requieren para la comprensión de nuestra contemporaneidad posmoderna.

Baste señalar a Jameson, a Vincent, a Hardt, a Balibar y tantos otros intelectuales de las izquierdas no dogmáticas que han pasado por sus iniciativas culturales que son mucho más que simples proyectos de Revistas como Futuro Anterior, y más recientemente Multitudes, verdaderas aportaciones para comprender el desarrollo del capitalismo de la posmodernidad.

No es casual que Negri haya escogido el término multitudes para darle nombre al proyecto de comunicación alternativa que además de ser una revista se ha convertido en un sitio zamisdat del ciberespacio en internet propiciando los intercambios de información sobre los movimientos alternativos, por propósitos específicos y contra el imperio global, que representan las formas de lucha social de los comienzos del nuevo siglo.

En los primeros años ochenta del siglo pasado se produjeron una serie de transformaciones en la producción industrial que tuvieron lugar en Europa y en los Estados Unidos con sus consecuentes efectos en nuestros países, teniendo por objetivo arrancar a la clase obrera industrial (que venía de dar grandes batallas a finales de la década precedente por avanzar en el control de las fábricas y no solamente al nivel de la negociación sindical) una parte importante de su calificación en el trabajo. Una respuesta tecno política de las grandes corporaciones para transferir este saber obrero a la naciente robótica.

Se habló entonces de una reestructuración productiva centrada en el taller, la fábrica o el dispositivo flexible, cuyos correlatos fueron, por un lado, la precarización del trabajo y mayor capacidad empresarial de contratar y despedir en razón de sus necesidades de mano de obra y, por otro, el aniquilamiento del estado del bienestar y el inicio de las políticas monetaristas y neoliberales con sus consecuentes privatizaciones.

Esta transformación en las formas de la valorización, que caracterizamos algunos, como una verdadera segunda acumulación originaria, sustentada en el despojo a los trabajadores de su saber hacer, estuvo acompañada por el auge de la incorporación de los controles de la producción asistidos por computadora. Hablamos entonces de cómo la crisis del taylorismo y del fordismo daban paso al toyotismo y al just in time. Toni Negri acompañó estos trabajos teóricos y propuso ver las transformaciones técnicas y productivas como cambios en las formas del trabajo. Su concepto de obrero masa dio paso a la noción del general intellect que pretende incluso ahora caracterizar el trabajo que se cristaliza en la producción, uso y valorización de la combinación de hardt y de soft ware. Llegó inclusive a proponer el concepto, a principios de los noventa, del trabajo inmaterial.

Todo lo anterior no significó, como lo acusaron sus críticos, preconizar el fin del trabajo, sino su desplazamiento al mundo informal e ilegal de la producción (otra vez) a destajo y a domicilio (ver por ejemplo, sus trabajos sobre la industria del vestido pret a porter) y también bajo la forma de la makila hacia países de mano de obra barata (Nike, dixit).

Hasta antes de mediados de los noventa, nada en el horizonte parecía prever una respuesta crítica a las políticas económicas preconizadas por el FMI. El levantamiento indígena zapatista en Chiapas abrió expectativas (Negri escribió entonces un artículo en forma de pregunta ¿Qué podemos aprender de la revuelta de Chiapas?) que se combinaron con la emergencia en Europa, en Asia y en las Américas de respuestas de lucha contra los efectos de la globalización, que no podían ser encuadradas en esquemas tradicionales de la lucha de clases. (4)

Surge entonces la interrogante sobre el sujeto de estos movimientos. Antonio Negri vio la formidable energía de las multitudes cuestionando el poder del imperio global y se propuso encontrar algunas razones de su existencia a la vez efímera y permanente. En el tiempo social una figura que se produce, o permanece o se transforma pero no desaparece, al menos no en una coyuntura histórica que puede ir más allá de una década. ¿Qué es esta figura posmoderna de la multitud contra el imperio?

Antonio Negri ha elaborado una especie de difinición ontológica de la multitud encontrando al menos cuatro características escenciales:

1. la multitud es una nueva forma social inmanente, es decir que se autodetermina y se asocia a las tradiciones autogestivas y autonomistas, que han estado vivas en una izquierda no institucionalizable,

2. Es también una forma de clase, pero no reducida al obrerismo clásico, sino a las nuevas formas de producción ligadas fundamentalmente a la producción intelectual y a sus consecuentes desdoblamientos en formas de trabajo inmaterial y de trabajo material, ambos explotables y formadores del capital imperial.

3. Es una potencia, una especie de monstruo revolucionario que es la forma crítica del trabajo en la sociedad posmoderna, crítica de la precariedad, de la pobreza y de la sobreexplotación sin garantías, y

4. Un contrapoder no corporativizable, es decir una forma de confrontación al poder donde éste no puede más que reprimir o ceder, ya que no puede negociar, en tanto que escapa al mundo de la soberanía y de la representación y puesto que se expresa fundamentalmente como deseo colectivo del cuerpo individual y del cuerpo social, de la pluralidad de cuerpos, de la fusión y del cosmopolitismo que anhela un mundo nuevo, fuera de la lógica de la explotación y de la pobreza (no sólo de bienes materiales) y porque finalmente, las causas de las metamorfosis que envuelven a la multitud en su conjunto y en las singularidades que la componen, no está otra cosa que las luchas, los movimientos y sus deseos de transformación.

Para concluir diremos que la noción de multitud trabajada por Negri es una aportación al conocimiento de su emergencia pública, de sus acciones y de sus deseos, no es solamente una deriva hiper crítica ni solamente un lugar de rechazo absoluto, es más bien, un espacio de comunicación dialógica y transversal, inmediata y a grandes distancias, que requiere de compromisos internos y de luchas concretas contra el vacío cultural y contra la explotación parasitaria de un planeta que se agota penosamente en un liberalismo sin libertades. La multitud, por definición ontológica, diría Negri, es libertaria.

En México, hace falta levantar aun más la bandera de la paz. No estoy seguro de ser optimista en relación a que la ONU pueda recuperar su carácter originario, todo parece indicar cada vez que este organismo tiende a convertirse en una agencia más del imperio.

Finalmente, si nuestras manifestaciones han sido magras, si nuestros intelectuales dudan, si nuestras autoridades vacilan, requerimos unir nuestra protesta, obligar al invasor a retirarse, sancionarlo en un juicio internacional convocado por personalidades reconocidas y por los premios Nobel de las ciencias y de la paz. Hagamos algo para parar la masacre. Creo sinceramente que esta reflexión en nada se opone a la pretensión cientificista de mantener nuestra objetividad y nuestra capacidad de construir verdades hipotéticas plausibles.

luis e gomez sociologo mexico unam

Dr. Luis E. Gómez
Sociólogo mexicano especialista en temas de teoría social contemporánea.

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